La polémica ley había sido aprobada por el Congreso estatal el año pasado y ratificada por el gobernador y actual precandidato republicano, Rick Perry.
Perry, un ultra conservador que hizo de su defensa de los valores familiares uno de los ejes de su campaña, declaró en el momento de la aprobación de la ley que la medida reafirmaba los esfuerzos para proteger la vida y aseguró que “todos los texanos deben estar totalmente informados cuando consideren tomar una decisión de tanta importancia".
La iniciativa de ley exige que todas las mujeres que quieran abortar, incluso las víctimas de una violación, deban someterse a ultrasonidos 24 horas antes del aborto y vean los resultados.
La última versión aprobada es más exigente que la previamente ratificada por el Senado, debido a que no plantea excepciones y retira la licencia médica a aquellos médicos que no efectúen el ultrasonido antes de practicar el aborto.
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