Minutos antes, en la misma zona, Honshu, había tenido lugar un terremoto de 5,6 grados y de 21 kilómetros de profundidad.
Estos movimientos se enmarcan en la seguidilla de réplicas que sacuden a Japón luego de que el viernes, un sismo de 9 grados en la escala de Richter destrozara gran parte de la costa.
Si bien el país nipón está preparado para afrontar seísmos, no así para el consecuente tsunami que tuvo lugar instantes después de que la tierra temblara el pasado 11 de marzo.
La enorme ola que entró al continente fue la culpable de la mayoría de los destrozos. Barcos, autos y edificios fueron arrasados. Se cree que son más de 15 mil los muertos y desaparecidos.
Además, dado el movimiento de las placas, los reactores nucleares de Japón están en riesgo de explosión por la baja del nivel de agua.
Son varios los intentos para refrigerar los reactores para disminuir la temperatura en las piletas y así evitar la fusión que provocaría la temida explosión.
En estos momentos, los niveles de radiación triplican los índices que puede tolerar el hombre antes de verse contaminado, por lo que los habitantes de la isla temen que regresa el fantasma de Chernobyl.
Las otras consecuencias
El gobierno nipón anunció hoy un gran operativo para poner fin a la escasez de combustible, que se une a otros para facilitar agua y alimentos, cuyas carencias son las nuevas amenazas para los miles de refugiados tras el terremoto.
El Ejecutivo nipón se ha puesto en contacto con las petroleras del oeste de Japón para que envíen 20.000 kilolitros de gasolina y carburante al día a las regiones más afectadas por el terremoto en norte y este de Japón.
El combustible se ha convertido en una de las primeras exigencias de los refugiados, ya que es esencial para facilitar sus movimientos, después de que en los últimos días los automóviles de regiones como Iwate, Miyagi o Fukushima, hayan tenido que recurrir a largas espera para procurarse la escasa gasolina.
La falta de combustible ha llegado a tal punto que en algunos refugios ha habido problemas para mantener funcionando las estufas que calientan a familias enteras o personas mayores en plena ola de frío y nieve en el noreste del país.
Por ello, el gobierno también pondrá en marcha un plan de emergencia para distribuir aceite para estufas a los refugios y personas más afectadas por la destrucción de sus casas y el temporal de nieve en regiones como Iwate.
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